Quantcast
Channel: Chinitis » pp
Viewing all articles
Browse latest Browse all 10

Tocomocho en Bangkok

$
0
0
Dos jóvenes posan con los militares. GYI

Dos jóvenes posan con los militares. GYI

Este Golpe de Estado es lo más parecido a una broma: los manifestantes más violentos se han apaciguado, las calles vuelven a ser como eran antes de esta farsa, las tiendas y bares abren hasta altas horas de la madrugada, y salvo la Embajada española en Bangkok que aconseja no viajar al país, dificultando el trabajo de los agentes de viajes patrios en suelo tailandés, todo es coser y cantar.

Ayer noche ya los propios lugareños se saltaron el toque de queda que los mismos militares habían ampliado hasta la medianoche haciendo la vista gorda de una situación que ya es absolutamente normal. Esto no quiere decir que los ‘camisas rojas’ salgan a la calle cuando se levanten de la siesta. Porque tampoco es normal que tras un Golpe de Estado doble –primero echaron a la presidenta, y luego, en vez de convocar elecciones el Rey colocó a un militar vejestorio– Bangkok siga como si tal cosa. En España hay más jaleo durante un escrache a alguien del PP –cuando han trincado de todos los partidos– o antes y después de un Xerez-Cádiz.

Ayer cené con David Jiménez, corresponsal de El Mundo en Asia con base en Bangkok, y con Fernando Sánchez Dragó, que lleva por aquí un mes escondido, dándome cuenta que todo es lo que parece; y nada que ver con lo que cuentan los medios de comunicación, que exageran tanto que al que escribe se le puso hace cinco días el corazón en un puño pensando que los arcenes de las calles de Bangkok eran ríos de sangre, cuando siguen siendo trasiego de etnias, sexos varios, meretrices, vendedores ambulantes y conductores de tuk-tuk.

Al final va a llevar razón Pérez Reverte y el mundo ya no tiene solución: dan al cabestro un móvil y/o un coche, y a veces hasta una hipoteca a 35 años, y ya nadie se ve capacitado para salir a la calle a dejarse, o al menos, a jugarse la vida.

Este es mi segundo fracaso en Asia: tras Fukushima, donde aún esperamos ver a tipos con dos cabezas o al menos con partes de su cuerpo de colores fosforescentes, el Golpe de Estado de Bangkok es una pantomima de tal calibre que me estoy planteando pedir daños y perjuicios a los medios que me incitaron –por asustar a la plebe– a pasarme por aquí, cuando esto es una balsa de aceite.

Para aprovechar la mañana, y porque me queda una sola página en mi pasaporte, me he acercado, a regañadientes, a nuestra embajada en Bangkok en donde he padecido un principio de ataque claustrofóbico: planta 23 de edificio mastodóntico, los que te atienden lo hacen desde dentro de una coraza acristalada, cuando ya ni en los bancos se lleva eso. He salido por piernas a los diez minutos de espera asqueado de la burocracia y de las pocas auditorias internas que registran nuestros estamentos oficiales. Otra vez será. Aunque espero renovar el documento en alguna comisaria española, donde corra el aire y las facilidades sean mayores; o al menos durante ese Golpe de Estado que tanto necesita España. Y no hablo de militares, sino de doce tecnócratas japoneses armados hasta los dientes tomando el control del Congreso de los Diputados con un solo fin: levantar al país de su miseria general a cambio de una buena comisión. Como debería ser.


Viewing all articles
Browse latest Browse all 10

Latest Images

Trending Articles





Latest Images